Susurro en el oído.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Estamos a un paso de querernos,
estamos a un paso de encontrarnos,
encontrarnos en los lunares del otro,
en el horizonte  del infinito.
Hoy probablemente sea lo suficientemente fuerte como para escribirte una carta de despedida. El problema que no la leerás.
Querido desconocido:
Vengo para hablar de una despedida que no existe, de algo que nunca ha surgido. Estoy hablando de un nosotros que nunca fue. Estoy hablando de las miradas de las que fuimos cómplices, de las ilusiones, de las mariposas en el estómago. Eso fue amor a primera vista y no los de película.
Vengo para hablar de lo mucho que me equivoco,
de las veces que te dije adiós y nunca debí hacerlo.
Vengo con una carta de despedida bajo el brazo para que no se moje, para que la leas, para que nos olvidemos, para que esto acabe. Tal vez por el daño que me haces o que te hago. Ya no sé a quién duele esto. Sé que me estoy volviendo a enamorar mientras escribo para ti, mientras recuerdo tus ojos color miel mientras sonríen o labios que me tiran besos debajo de la lluvia, palabras que jamás el viento se llevó pero promesas que hoy vuelan.
Hoy me he dado cuenta que he vuelto a ser la misma. Siento decirte que ya no soy la chica de la que te enamoraste. Ahora vuelvo a ser la misma que antes de ti. Antes de ti yo no era dulce sino amarga como el café, fría como el hielo.
Ahora estoy rota como un cuadro, o en ruinas como Roma. Ya no sé si esto es suficiente pero esta es nuestra despedida, este es nuestro adiós por no querer enamorarme de ti por el miedo a que sigas siendo lo demasiado capullo como para que acabemos perdiéndonos.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Contigo o sin ti ya no queda claro.

¿A qué estas esperando? 
Estás a la espera de versos que no llegan, de unas lágrimas de alegría que nunca caen, que la tristeza baña tus aceras cada noche, cada día, cada amanecer.
Ven que quiero hacer poesía en tus labios- Que hoy las ganas han subido por las escaleras y nosotros las hemos alquilado una habitación. Quieren hacer esa palabra que muchas personas no se atreven a pronunciar "el amor".

Empiezo un verso libre con la alegría que emana de la sonrisa que de tu boca brota.
Empiezo un verso libre con la esperanza de que pronto llegará diciembre pero que esta vez será contigo. 
Empiezo un verso libre con las ganas de poder estar recitandotelo en un formato susurro al oído y no escribiéndote aquí.
Empiezo un verso libre pensando que podría estar haciendo poesía tocándote una melodía en el piano dónde do-re-mi seamos nosotros y fa-sol-la sean las ganas que tenemos de querernos.
Empiezo un verso libre pensando en ti.
Empiezo un verso libre contigo.
Termino un verso libre sin ti.
Hace tiempo que no escribo. Hace tiempo que ya no sé lo que es explayarse en un folio;ya no sé dónde puede hallarse mi querida inspiración. Sé que cuesta, que el arte de escribir no es para todos por eso vale tanto. Sé que esto que escribo no es lo suficientemente bueno como para ser digno de leer, pero tal vez hoy esté haciendo metáfora en un texto entero.
Y es que no me salen palabras en eso de los sentimientos al igual que cuando estoy delante de ti, cuando me quedo sin respiración con solo una mirada abrasadora.
Ojalá Neruda o Bécquer hubieran sido capaces de decir lo difícil que a veces es escribir pero lo único que hacían eran describirte, con esos increíbles detalles que hacían de ti una pequeña perfección. Sé que han descrito un amor, tal vez sincero, pero dime quién va a describir mejor que yo el sabor de tus besos o la textura de tus labios. Dime quién va a ser capaz de describir con palabras lo que siento al besarte. Ojalá pudiera decírtelo con palabras, pero estas callan cuando más las necesito, no me dejan contarte  lo mucho que te necesito, son más de darme impulso para poder besarte y en ese beso desahogarse.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Hasta acariciarte el alma; hasta quedarme a dormir con ella.

Llegó a mi vida un 15 de febrero, cuando el frío aún inundaba Madrid. Y juraría que desde el primer momento que le vi en ese formato, en el formato beso, supe que mi vida cambiaría por completo.
¿Qué por qué lo sé? Pues no sé, por eso de los cosquilleos que dicen que existen en el estómago, o la sonrisa tonta al llegar a casa.
Me he perdido intentando dibujar sobre tu tatuaje un maldito infinito y nunca me quedó claro dónde he empezado a hacerlo y dónde acabo, tal vez como lo nuestro. No sé dónde empezó pero no quiero conocer el final.
Estábamos en el límite de encontrarnos, en el filo del cuchillo, en el cañón de un arma, en la punta de una bala cuando sonó el despertador, cuando empecé a darme cuenta de que esto era real. Que te tenía al otro lado de la cama, que estabas soñando ya no sé el qué pero yo te miraba y verte soñar es la imagen más dulce que puedo recordar. O verte desperezarte, mientras te quitas las legañas de los ojos y te quedas del daño que a veces te hacen. Lo único que me salen, son sonrisas al escribirte, al recordarte cada noche, al pensar que puedo llegarte a dejar sin labio.
Nunca había sentido la necesidad de sentirme de alguien, o de tal vez querer quedarme con alguien; todo eso era antes de ti. Ahora hablamos de otra cosa cuando estoy contigo. Créeme ojalá estas 253 palabras fueran suficientes para decirte lo que te quiero, pero siento no ser lo suficientemente buena como para expresarte en palabras lo que siento aunque sienta la necesidad de ello.
Te quiero.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Me mintió una vez y volvió a hacerlo.

Hoy las ganas de comerse el mundo se han tirado por la ventana. 
Hoy el pie izquierdo quiso ser el primero en pisar el suelo.
Hoy he odiado Gran Vía y a la gente que la recorría; fíjate con el cariño que te tengo. 
Es un sábado, como otro cualquiera; sin fecha. Son las diez de la noche y me ha dado por escribir en un papel y ahora lo estoy copiando. No te imaginas la de tachones que hay en la hoja, como errores en mi vida, de esos que cambian el rumbo de las cosas.
Suena el timbre de la puerta y cuando ella se levantó a abrir, empezó a sonar su teléfono. No sabía cuál tendría más importancia. Seguro que ninguna a no ser que fueras tú. Decidió ir a por el teléfono; la puerta podría esperar pero cuando respondió se cortó. "Volverán a llamar"-pensó. Se dirigió a la puerta, la abrió y ahí estabas tú, arrodillado en la puerta intentando meter un papel por la rendija de ésta. Ella no sabía que hacer. Ni siquiera era capaz de articular palabra. No sabía si cerrar la puerta de golpe y pillarte las manos ahí para que supieras lo que es dolor o dejarte pasar. No hizo nada. No podía reaccionar hasta que al final habló él. 
<<<Supongo que te estarás preguntando qué hago aquí ¿no? O mejor dicho, que hacía arrodillado en tu felpudo para meter esta pequeña carta. Si me dejas pasar si quieres te la leo.
>>>>¿No puedes leerla desde fuera? ¿Tienes que entrar? ¿Es necesario? ¿No crees que ya es suficiente el daño que causas como para volver a venir? Parece que no estás satisfecho. Pues, ¿sabes algo? No, no me vas a leer la carta, no vas a pasar dentro. Déjala en el buzón si quieres y cuando pueda la leeré como toda la correspondencia. 
(PUM) La puerta se cerró en su cara; en sus propias narices. ¿Ahora que hacía? ¿Dejaba la carta en el buzón o la metía por debajo de la puerta? 
Ella se apoyó en la puerta. ¿Qué había hecho?¿Qué la había pasado? Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas y se abrazó a sí misma, a su cuerpo tan sumamente delgado. Hacía tiempo que no comía lo suficiente, hacía tiempo que no pisaba la calle y que ni siquiera encendía la tele. Su día a día se resumía en levantarse de la cama, sentarse en el sofá con una manta y pararse a pensar. Tal vez para entender todo lo que pasaba, porque ya no se entendía, porque hacía tiempo que su chico se fue, que la cambió por otra. Joder como dolía y más recordarlo.
(...) 
Pasaron tres días y al final decidió salir a la calle. Mientras bajaba las escaleras vio que su buzón estaba lleno de correspondencia. Abrió el buzón. La mayoría de lo que había era publicidad de estas que no sirven para nada y luego había tres cartas y una sin remite. Una dela luz, otra del agua, otra del teléfono. Como se notaba que era fin de mes ya que todo la estaba pasando factura. Decidió guardar esas tres cartas en el bolso. Total lo única que había que hacer con ellas era pagar y punto no necesitaba abrirlas; es más probablemente ya estarían cobradas. Cogió la otra la tocó y empezó a sentir frío. Los escalofríos volvieron a ella. Esos que hace unos días tenía y sentía constantemente. Empezó a desdoblar el papel que había dentro de ese maldito sobre amarillo. No podía ser. Era su letra, esa tan pequeña y tan fea que parece de niño pequeño aún teniendo veinte años.Joder, la hizo caso por una vez y dejó la carta en el buzón. Pensó en no leerla pero se moría de las ganas de saber que es lo que la tenía que decir. Decidió hacerlo cuando cogiera el autobús así que guardó la carta en el bolso y se dirigió a la calle en busca de la parada en la que sus ideas cambiarían. (...) Cuando por fin cogió el autobús se acordó de la carta. Que raro que no hubiera pensado antes en ello. Desdobló el papel y comenzó a leer.
No sé por dónde empezar. ¿Por un "lo siento" estaría bien? Perdón. Sé que te engañé, que lo hice mal. Pero sé algo, que te quiero, que te necesito mucho. Que cambié al amor de mi vida por una diversión de una noche. Lo siento. Sé que no me crees, que no crees que me acuerdo de cada gesto tuyo por la calle, de la de sonrisas que me has sacado y de la risa tan bonita que tienes; esa que me hace pensarte a cada hora, esa que cada vez que resuena en mis oídos me pones los pelos de punta. Estoy nervioso, porque quiero decirte algo...pero necesito que hablemos; llámame.
"Menudo cabrón de mierda. Ahora me quiere y soy el amor de su vida. Ahora se acuerda de toda la mierda que nos unía. Él no se ha pasado una puta semana sin salir de casa, sin comer, sin hacer nada porque los pensamientos fusilaban todo."-pensó mientras lloraba en medio del autobús y todo el mundo la miraba. Decidió llamarle. Comenzó a marcar su número. El primer bip..el segundo..
<<<<Gracias por llamarme pequeña. 
>>>> ¿Para que cojones querías hablar conmigo? Parezco tonta por llamarte de verdad. No sé porque lo estoy haciendo. Tal vez porque medio autobús me ha visto llorar mientras te recordaba o porque te he echado de menos. Pero dime ¿qué es lo que quieres?
<<<< No sé como decírtelo...Mmm...Quiero que volvamos, pero no quiero que seamos una pareja más. Quiero que te cases conmigo.
 >>>> ¿¿¿¿¿QQQQUUUUÉÉÉÉ????? ¿TÚ ESTÁS MAL DE LA CABEZA? Mira no sé, supongo que debería pensar demasiado. Te dejo no quiero hablar más. Ya te llamaré.
¿Pero que me estaba diciendo ese tío? Definitivamente se le había ido la olla. De repente, llegó un mensaje a su móvil era de él. ¿Qué quería ahora? "Ali, mi vida, te espero en casa para que nos divirtamos esta noche, te quiero". Menudo cabrón de mierda. Que tonta había sido. ¿Cómo se había replanteado por un minuto casarse con ese gilipollas? Se acabó, definitivamente se acabó. Ese cabrón no se merecía a una tía como ella. Ese cabrón debería quedarse solo para toda su vida. Mejor sola que mal acompañada ¿no?
 
 



jueves, 12 de septiembre de 2013

Tus miedos, los míos.

No encuentro otra inspiración que la que tú me das.
No encuentro una espalda en la que mis brazos puedan encajar.
No encuentro una mirada tan inocente como la tuya; no pararía de mirarla.
Llámame loca por escribir en medio de la Gran Vía, por ver tu foto y sonreír. Llámame loca porque sabes dejarme sin palabras, por la sonrisa tonta que se me pone cuando dices que me quieres o cuando rozas el filo de mis labios y prometes componer la mejor melodía con besos que nuestros oídos pudieran escuchar.
Supongamos que ahora te digo que te quiero ¿qué me dirías?
Yo no sé que decirte. 
Necesito que vayas despacito, que todo lo que escribas en mi piel sea con buena letra, que no te tuerzas.
Cubre cicatrices con caricias.
Deja (tus/mis) nuestros miedos atrás y vamos a contarles a todos lo que nuestras ganas nos quieren hacer.
Ven que quiero que te quedes en mi espalda, que duermas encima de mí.
Has sacado de una pequeña celda a la pequeña niña que gritaba amor. Han saltado todas las alarmas dentro de mí y las estoy intentando apagar pero solo se calman cuando surgen nuestros besos.
Explícame cómo se llama la sensación de dejar de ser la misma, de tener miedo a depender de alguien porque lo estoy haciendo ya y la única explicación que encuentro es tu nombre.

martes, 10 de septiembre de 2013

Sin rumbo viajaste en hacia el Norte y nos acabamos perdiendo.

Cuenta la leyenda, que en una pequeña casa mientras en la calle se celebraba una pequeña fiesta y todos vestían sus trajes más lujosos, una niña de edad media escribía un cuento al niño que un día le rompió el corazón.
Cuenta la leyenda que el color de pelo de aquel chico era de lo más peculiar, color naranja tal vez y un ojo de cada color.
Cuenta la leyenda que ahora ha cambiado.
Cuentan que gritaba cada noche en sueños su nombre pero nadie logró saber lo que decía. Nadie supo descifrar que lo que la niña decía era:
Para. Quieto. No enciendas la luz. No me busques en ese rincón oscuro de la habitación al que no llega ni un rayo de luz. Estoy muy fea. Estoy vacía sin quererme. Siento que me faltan sentimientos o sensaciones; o directamente me faltas tú. Llegó el problema cuando te fuiste, cuando mis ganas de intentarlo o de darlo todo tuvieron una desagradable derrota en la realidad que consiguieron ver mis ojos. 
Nuestro principio no parecía real, te lo prometo; parecía de película, pero comparando con el capullo de mi ex-novio vi que todos los principios son bonitos, suficientes para enamorarnos y luego dar al botón de pausa y vosotros seguir a la vuestro, con vuestra vida pero con un complemento más. Toda montaña tiene un pico y nosotros llegamos allí arriba y caímos en picado y tocamos hondo. Estoy soñando cada noche con volver a intentarlo, estoy  soñando con que vienes a la puerta de mi casa y te tiras encima de mí y me decís que me has echado de menos, que me necesitas como a nadie en esta vida. Pero es tarde. Llegas tarde. Sí, da igual la sensación de echarte de menos. 
Da igual la sensación si siempre desaparece. 
No hay nadie después de ti aunque lo espero con ganas.

Volví a hacerme fan de tus heridas.

Me perdí. Te perdí. Nos perdimos pero ojalá hubiera sido por las calles de Madrid. Esta agonía hace daño cuando todavía veo en nosotros la posibilidad de intentarlo. Eso es lo que me está matando. Las ganas de soñar. O de soñarte. Ya no sé dónde estás, ya no sé porque calles buscar o en qué esquinas parar. Sé que la única dirección en la que te voy a encontrar es en la avenida de mi memoria, sin número. Has firmado un pacto con mi cabeza o tal vez con mi corazón de quedarte a vivir aquí sin ni siquiera pagar un alquiler, pero, ¿qué quejas te  voy a poner a ti? 
Sí, lo sé. Sé lo que piensas. Sé que ya lo hemos intentado y que ha salido mal pero si te vas vete para siempre. Sé que hemos cambiado, que eres otro, que estás más guapo desde que te fuiste y son otros besos los que te dejan heridas cada vez que te muerden. Sé que has cambiado porque tu sonrisa es diferente porque ahora se la dedicas a otra. Sé que dices que te hice daño, espero que ella cure tu corazón como yo no supe hacer; si lo único que hice fue abrir más la herida. Perdóname. Yo también he cambiado; ahora soy otra. Aunque no lo creas ahora tomo café cada noche para no dormirme, para no pensarte; con lo que yo lo odiaba cuando tú venías a mi casa y te empeñabas en que lo tomara. Como cambian las cosas ¿no crees? 
Ahora soy una cobarde. Te escribo esto mientras un tren pone más tierra entre nosotros. Porque necesito olvidarte. Porque sin ti no puedo. Lo siento.
Llámame loca pero estoy montada en un tren sin saber cual es el destino; ojalá fueran tus labios.
Si algún día lees esta carta, si algún día recuerdas a la chica que se enamoró de ti, búscame por favor. Tú siempre tendrás la puerta abierta, yo no la voy a cerrar aunque para ti nuestro capítulo haya acabado. 
No me concedas el beneficio de la duda. Yo siempre recordaré tu aliento en mi nuca pidiéndome un beso más, o tus manos frías buscando las mías, tus ganas de tener encima de ti mi peso en tu cintura. 
No me quedan palabras, solo lágrimas por el vacío que siento, por las ganas que tengo de verte a pesar de que ha pasado un año. Mi última palabra para ti fue "cuídate". Pero yo sabía que nadie lo haría como yo lo hice, nadie te querría como yo lo hice y por eso volviste.

viernes, 6 de septiembre de 2013

No necesito los cinco sentidos para sentirte.

Hoy me toca decir a mí las cosas bonitas que algún día se nos olvidó decirnos y hoy retomamos. Hoy he puesto en un lado de la balanza lo bueno y en el otro lo malo y me he dado cuenta de lo que bueno gana todo lo malo que ha pasado. Hoy me he dado cuenta de que quiero que llegue el invierno, y no es el mío por dentro, para poder pasarlo a tu lado. Hoy me he dado cuenta que te echo de menos cuando mis labios rozan los tuyos en un último beso de despedida. 
Recuerdo tu lunar, mi favorito, el lunar en torno al que giro, ese que tienes detrás, en la espalda y que me llama cada noche  para que vaya a besarle. Recuerdo besos debajo de la lluvia, carreras en medio de Gran Vía cuando nadie entiende por qué, solo tú y yo; solo nosotros.
Estoy escribiendo una declaración de amor en letra pequeña. Te has colado dentro de mí y ahora no quiero que salgas. Hazme el favor y cierra la puerta. Vamos a cuidarlo. Abrígalo bien y no dejes que la corriente pase. 
Quiero que saques toda duda que recurra a tu cabeza y empieces por aumentar tus ganas de besarme, que las mías son inmensas. Tan pequeña y con tantas sensaciones. Estuve a punto de echarlo todo a un lado, de olvidarte ya del todo pero hoy me he dado cuenta de que hubiera sido el mayor error de mi vida. 
Ten cuidado cuando roces mi piel. Tranquilo, no dejes de hacerlo, mi piel no está sensible, es más te necesita como nunca solo que nunca te has dado cuenta de  que me pongo nerviosa y me muerdo el labio cada vez que lo haces. Me estás poniendo nerviosa. Para de mirarme que no quiero ponerme roja. 
Me gustas de todas las maneras posibles, en todos los formatos. Adoro los buenos días en los que ni siquiera salen palabras de nuestra boca. Solo necesito un silencio que me diga que lo nuestro es sincero.
Quiero robarte el corazón pero prometo cuidarlo cada día. Prometo mimarlo en los días de invierno. Prometo taparle con una manta cada otoño para que las hojas mojadas no se atrevan ni a tocarlo. Prometo quererte el tiempo que tengamos juntos, como nunca  y como siempre.
No quise ir a decirte las veces que me tiraría a tu cuello para acabar en un beso en los labios cuando las cosas no formaban una línea recta sino una curva que imaginé que no acababa.
Que hablan de Eso de los cinco sentidos. Ni siquiera necesito uno si ya te siento aquí dentro conmigo.
Me he fijado en el espacio libre que hay entre la silueta de tu clavícula hasta el cuello de tu camisa por el que algún día mis manos se perdieron. ¿Y a eso lo llaman vacío? Todos los espacios de tu cuerpo me llenan empezando por ti mismo.
Estoy en lo cierto de que te necesito y espero que sea recíproco.
Estoy a punto de caerme de golpe cuando unas manos rozan mi piel, pero me sujetan y me he dado cuenta de que no hay manos más suaves que las tuyas.
No sé que podrá haber después de ti. Me quedo con el ahora. No quiero salir de él.
He escuchado algo de eso que dicen que los mejores recuerdos o las cosas que te llenan en el último día de tu vida aparecen. Tú estarás ahí. Hasta el final, hasta mi final.
Te quiero, lo prometo.

Ya no hay ilusión que sostenga sino amor que valga.

Ya no sé si existes. No sé si eres un sueño de esos de los que nunca se acaban o si te estoy inventando al son de una canción triste de amor. Ya no sé si son tus manos las que me abrazan cada noche porque estás a mi lado o son tus recuerdos que vienen y me arropan.
Sé que te escribo cada noche, sé que existes, o tal vez no, pero sigo escribiéndote, por si me lees, por si te entro ganas.
Escribiría para ti la poesía que te mereces. Esa que ni siquiera Neruda terminaría, porque en ti no se encuentra un fin sino un infinito. Ahora entiendo porque me pierdo en ti y nunca me encuentro, nunca encuentro a la misma chica que hace tiempo se sumergió entre tus sábanas. Lo único que encuentro es una chica llena de amor; porque ya no hay ilusión que sostenga sino amor que valga. Por eso yo te quiero bien y no mucho dondequiera que estés.
Ya no desconozco porque la gente susurra a nuestro lado cuando pasamos. No entienden nuestro idioma, el idioma de dos cuerpos que se quieren, que se desean, que son dos llamas que en un mismo fuego que queman todo lo que les rodea pero que nunca se apagan, siempre encuentran un poco de petróleo con el que encenderse.
Estamos bailando como dos desconocidos, en una pista, que sonríen como tontos porque les están sacando a bailar. ¿Lo entiendes? Estamos bailando con las corcheas y las semifusas que forman esta melodía, al lado del pentagrama que nos incita a leerle, a cantarle, a susurrarle un te quiero.
Serías el único asesino de este cuerpo porque son tus manos las únicas que lo han tocado. Mi piel está llena de tus huellas dactilares, tan perfectas como culpables de este crimen. Es que mi corazón se ha escapado a buscarte desde que no me escribes, se ha acostado en tu cama para que le recuerdes por quién es y no se piensa ir hasta que no le arropes y no con una manta sino con los besos que relajan los latidos o le aceleran más, ya no sé ni lo que escribo. Solo decirte algo, cuídalo que él te merece más que yo o eso parece. Yo no he ido a buscarte, yo te espero; él ha preferido encontrarte y así lo ha hecho. Cumple sus deseos aunque yo no cumpliera los tuyos.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Caricias en la espalda.

Shh..silencio. ¿Lo escuchas?
Suele llamarse amor y lo estoy escribiendo con la tinta del otoño, con la pluma con la que acaricias cada noche mi cuerpo, con los ojos que me miran sin complejos, con las cicatrices que me piden a gritos que las cure, que las sane, que ya están sangrando. Escribo la palabra amor con el comienzo de un invierno, con el final del universo, con tu presencia en el infinito. Escribo la palabra amor con tu nombre.
Está lloviendo. No sé si te estás enterando de ello. Tranquilo, que esta vez no soy yo por dentro. Truenos y relámpagos que iluminan la habitación en la que nos hallamos. Tiritas como un astro en el firmamento. Yo te arropo. Con silencio, con cautela, me acurruco a tu lado, en el extremo izquierdo de la cama, porque sé que tus ojos me están pidiendo a gritos que me aparte de ese sofá, me están retando por venir a buscarme. Ya voy yo.
Mi sexto sentido se estremece cuando me abrigo con tu piel. Estoy buscando tus manos frías debajo de esa manta que te tapa, a la que te agarras con fuerza. Estoy esperando a que llegue el amanecer para ver como tus manos apagan ese despertador para que yo me haga la dormida y espere nuestro buenos días en un formato único que tú y yo solo conocemos; el gemido.
Espero a que la ciudad oscurezca. Espero el frío de la noche para salir corriendo a buscarte por la Gran Vía. La gente empieza a darse cuenta de que está más bonita desde que estamos juntos, desde que es testigo de nuestros besos, discusiones y reconciliaciones a medias que acaban en la cama.
No necesito que me ganes a ningún juego si ya me tienes ganada en todos los aspectos. No necesito que me escribas una poesía cada noche si prometes no tocar a ninguna otra con las manos que han acariciado todas y cada una de las calles que forman la silueta de mi cuerpo.
He encontrado un vacío en tu cuerpo, entre tus labios y el contorno de tu clavícula hasta llegar a tu pecho y nunca un vacío me había llenado tanto; lo prometo.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Antes y después de ti yo no seré la misma.

Antes de ti yo había olvidado el amor, no conocía nada más perfecto que el dolor. No te imaginas los defectos que tiene y la soledad ni te cuento. Puede que lo conozcas o tal vez no. La soledad o el dolor no te agarran por detrás con sus brazos suaves, ni siquiera te achuchan en el sofá cuando tienes frío.
Frío. Invierno. Es el constante clima que tiene la soledad, el olvido y el dolor. Yo no sé si no han conocido otro clima y este es el que mas les gusta o tal vez jamás hayan experimentado otra cosa. Pero esas sensaciones pensaran que, si ni siquiera las siento, ni me plantee en hacer preguntas.
Antes de ti, todo era dolor. No existían tonos blancos o negros, solo el gris de las nubes. Ni siquiera había sol al otro lado cuando acababa la tormenta. Porque sí, la tormenta acaba pero no hay nada detrás de ella; probablemente solo venga otra más. Que sé yo o que te voy a decir si no entiendo porque la palabra dolor y la palabra amor son opuestas si "amor" conlleva "dolor". No lo entiendo y tal vez lo mejor sea no entenderlo.
Antes de ti todo es gris. Vienes y todo cambia de color. Vuelve el rosa palo que me gusta y el color coral que me alegra. Lo que ya no vuelve es la canción que siempre suena en la radio que me produce nostalgia.
Después de ti. No sabría decirte si quiero lo que había antes. Tal vez no quiera sentimientos. Después de ti no sé si seré la misma que era antes de ti.
Después de ti no querré que venga otro caballero que te intente sustituir, un caballero que haga el amor a mis oídos sordos por tanta mentira, un caballero que viene para que yo sea una más.
Después de ti, querré soledad. No tristeza, ni dolor. Solo tiempo. Tiempo que me guie a no sentir. Tiempo que me haga ser la misma. Pero tal vez el tiempo no sea la causa que me cure sino el causante de este cambio.

GEMA FERNÁNDEZ.

K

Hace tiempo que no escribo, que no cuento que mi paracaídas esta cosido a tus manos, que he dejado de ser yo misma para ser en ti siempre lo que quise ser, que he reencontrado viejos juguetes estropeados como esas relaciones donde ese vínculo que nos pertenecía se esfumo y viendo por la calles los humos grises como mi pecho, de fumar tantos pitis esperando  nuestro reencuentro, mientras mis uñas solo  quieren arañar el sofa, angustiadas por la incertidumbre que se recoge en mis adentros. Que dudo que vuelva a poder tocar tu espalda y pueda leer en Braille todo tus besos. Dudo que tu pecho acomode mi cara como solía pasar antes, era tan perfecto que parecía que todos los astros se pusieron de acuerdo para dejarme un rincón donde pudiera descansar tranquila. Tranquila como mis manos cruzando de norte a sur  por tus pectorales, como mis oídos escuchando sinfonías que quién sabe si yo, loca, me invento o al ritmo de tu corazón lento  acompañan esta melodía. Que dudo que mi columna se arquee con tu voz tenue y un mínimo gesto en la mirada que me haga percatarme de  que estamos  en  la calle, en la Gran Vía. Y llueve a mares como los océanos infinitos de tus ojos que abarcan mi mirada y ya estoy doblemente mojada. Que dudo que los cristales con los que un día nos cortamos sufran  la metamorfosis y florezca de ellos algo bueno, porque quien ama a la oruga no quiere a la mariposa. Da igual si el cambio es para  mejor. Solo cuando amamos los defectos estamos realmente enamorados.Que como lo humanos que somos, tan frágiles que no se trata de romper huesos sino corazones vivaces. Que dudo que tu camiseta con olor a "olvídame después de esta noche, solo seré un triste  recuerdo" y tu colonia que canta " te acabaré mordiendo todos tus labios verticales y horizontales  hasta que llegue el alba" no pueden ser  solo palabras. Me matan. Sí, necios tus labios lentos si utilizan un lienzo para realizar   cagada tras cagada después de cada pincelada . Que dudo porque ante la desconfianza de un hombre que va dando bandazos en la calle mas próxima, izquierda o derecha,  que mas da, el caso es girar rápido para no dejar mucha huella en las baldosas, en las sábanas, en el colchón, en las manos, en el corazón; que me acompañan día a día.
Pueden herirme de amor pero prefiero tu oreja derecha a la que susurrar bajito  los poemas que  algún día, que en un extraño pasado se hace presente, te dediqué. Que hoy solo quiero cogerte de la mano y decirte que las mentiras con sabor a  champan siguen sabiendo a mentiras y las ganas teñidas de cortesía me las paso por la lencería ¿sabes lo que te  digo no?
Permíteme y, no solo eso, dejame afirmar que no se si creer algo que salga de tus pulmones que no sea un gemido. Por eso la incógnita en  todas mis tildes, versos y problemas como  decir que esta vez si cambiará tu voz ronca pidiendo un abrazo cálido y no otro mas...como voy a esperar que esta red de mentiras que tejiste en mi nuca y soportan mis miedos va a cambiar como voy a esperar, y no sentir, y no morir, y no expresar, y no dudar que quizá amo eso tuyo  que nunca será mío y por eso lo adoro, como la nubes que acarician el cielo; que tontas, no conocen el mínimo roce de mejilla de tu cara. Quizá quiero lamer todos tus "no" y esconderme en todas estas lagunas que tu dejas de ocupa en el cuarto inferior de mi pecho. Y quizás no haya nada mas eterno que eso ni mas poético que la vida entera de un  sentimiento que siempre en duda vive constante con algún paro cardiaco que da emoción a este  sueño de dioses que en titanes se convierten como no ... Ante. Quien ...ante ella ....la duda

KARLOTA LÓPEZ.

domingo, 1 de septiembre de 2013

No menciones la frase "Tiempo al tiempo" porque en esos dos segundos las cosas han cambiado.

No existe el límite del tiempo si no necesitas más de un segundo para que las cosas cambien.
Dejé de tener contacto con él y rompí todas sus fotos, todos sus regalos los metí en una bolsa y cuando comprobé que estaba todo encendí el mechero y lo quemé. Por un momento ahí vi reflejada nuestra relación. Al principio tan sumamente viva y ahora tan sumamente hecha añicos, hecha cenizas. Así estaba nuestra relación como cuando un objeto de cristal se rompe. Los trozos en los que el objeto se convierte pueden tener diferentes tamaños y siempre los pequeños son los que se nos olvidan porque creemos que no podremos clavarnosles hasta que nos damos cuenta que las heridas, pequeñas o grandes, una vez abiertas duelen igual e incluso más si las rascas.

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