Susurro en el oído.

martes, 4 de junio de 2013

Llegas y tocas ondo y lo de dentro es lo más valioso.

Nunca había sido capaz de enamorarse. Cuando hablo de nunca me refiero a que nunca le ha gustado un chico de verdad, siempre ha jugado con ellos, a ninguno de ellos le ha regalado un simple te quiero y que nunca la han dado ganas de tener a alguien; tan solo ha tenido ganas de marcarles.
Es una chica alta, morena, pelo rizado y ojos verdes y podría medir un metro setenta tal vez. Tal vez la chica ideal para todos pero ella no buscaba a su príncipe, tenía más que asumido que no existían. Está en el primer curso de carrera de bellas artes. Actriz es su vocación y por supuesto algo tenía claro, que no iba a desistir en ella.  Conoció a mucha gente pero quien más la llamó la atención fue un chico que siempre se sentaba a su lado. La verdad ambos no conocían a nadie y el primer día se hicieron amigos. Pero algo la pasaba que era fuera de lo normal que no la ocurría con sus amigos y es que este chico conseguía ponerla nerviosa; la hacía sonreír como una tonta. Pero, ¿cómo era posible que un simple chico pudiese conseguir eso en ella? Con lo que ella siempre ha sido, si eso que ha sentido ella, los temblores en las piernas, las sonrisas tontas y las mariposas revoloteando en el estómago, mariposas que creía que estaban muertas, se lo hacía sentir a la mayoría de los chicos. La verdad es que las tardes que pasaban juntos daban mucho que hablar. Horas y horas de estudio y de ocio juntos. Puede que su arte estuviera encabezada más por letras que de ciencias pero la química que había entre ellos se veía a kilómetros de distancia. 
Las tonterías entre ellos empezaron. Un día, él la trajo una sorpresa. Hace 16 días que la conocía así pues la regaló 15 rosas rojas y una roja blanca. Cuando se las entregó la sonrisa de esta era evidente. Sin ni siquiera mirar su cara la sonrisa era clara porque se la iluminaba el rostro. Cogiendo la rosa blanca y la mano de la chica la pidió salir con ella. No necesitaba comprobar en un beso que su amor hacia ella era lo suficientemente grande como para dejarlo pasar. Así ella aceptó, era evidente. Lo que en su cabeza pensaba en ese momento es que como era capaz de estar aceptando eso, ella siempre había sido independiente, autónoma  joder todo había sido diferente, distinto hasta que este hombre llegó a su vida. ¿Cómo era posible? No era normal. 
Pasados cinco meses ella decidió entregarle tal vez lo más puro que ella tenía. Algo que no se da a cualquiera, algo que no se pierde todos los días. Así pues, él sabiendo las intenciones de ella decidió hacerlo bonito. Algo tan grande y tan significativo para ella tenía que ser especial. Así lo hizo. La preparó una cita a su chica de esas que parecen de mentira, que ni siquiera ella se lo creía.  En un primer momento, la llevó por Gran Vía, pero no la llevó por la acera sino por la carretera, haciéndola fotos mientras todo el mundo la miraba como si fuera una modelo y ella no paraba de quejarse porque quería una foto con él; una aunque sea, no pedía más. Después de recorrer la Gran Vía de Norte a Sur, decidió llevar a cenar puesto que ya era un poco tarde. Pero al cena no sería en un restaurante; sino en su casa. Quería cocinar para ella. Así lo hice. A ella la encantó o tal vez le dijo que estaba buena la comida pero solo porque lo quería. Mentira. Ella nunca le había mentido aunque eso suponiera decirle algo malo. Más tarde, después de la cena, el calor y la tensión sexual entre ambos comenzó a elevarse. Así fue; ocurrió lo evidente. Pero esta vez, él al acabar de hacerlo con ella no dejó a la chica que se aposentara en el otro lado de la cama para que él pudiera coger un cigarrillo, sino que omitió su cigarro solo para acoger en sus brazos. Días más tarde, cuando él iba a buscarla a una entrevista de trabajo en moto, tuvo un accidente; un accidente mortal, que le costó la vida. Lo que él no sabía es que ese mismo día ella había estado en el ginecólogo porque tenía un retraso de menstruación y eso suponía su confirmación de estar embaraza. Ella estaba asustada. No se hacía a la idea de que pudiera tener un hijo sino que su novio había muerto. Pero ahora, ahora lo único que le quedaba en esta vida para poder seguir adelante es un hijo por el que luchar y que mejor que fuera de un amor que había dado fruto. A los nueve meses ella daba a luz a un hijo rubio con los ojos verdes. Era guapísimo, igual que su padre. Pasando unos años, tal vez el niño llegaría a la edad de 5 o 6 años, este empezó a preguntar a su madre porque no había conocido a su padre. Todo el mundo en el colegio hablaba de lo feliz que eran sus padres pero él nunca había conocido a su padre. Así pues la madre le dijo:
Supongo que ha llegado el momento. El momento de hablarte de tu padre; de contarte nuestra historia. Hijo, llevas el nombre de tu padre, tienes los mismos ojos que él, la misma boca. Él no sabía de tu existencia, murió el mismo día en el que yo fui al ginecólogo y supo que ibas a formar parte de mi durante toda una vida. Cada vez que me ves lágrimas corriendo por mis mejillas es porque le echo de menos. Porque tú no le has conocido, pero era una persona increíble. Bueno la verdad, tú eres una verdadera copia de él, eres su versión en pequeño. Él fue el único amor verdadero que he tenido y aunque no lo creas, a pesar de la de bocas que he besado, ninguna era como la suya, ninguna piel tenía el mismo tacto que el suyo. Supongo que eres demasiado pequeño para entender todo lo que te digo. Tal vez las únicas palabras alentadoras para ti, para un niño de cinco años sean 'tu padre esta en un sitio mejor, porque se lo merece por como ha sido ya no solo conmigo sino con todo el mundo. Y si te preguntan por tu padre orgulloso deberías decir que aunque no esté presente contigo, él es increíble, que ningún papá será mejor que él, porque aunque no esté conmigo y en su momento no supiera de mi existencia, él siempre te cuidará desde un lugar al que otros llaman nueva vida.

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