Que casa más bonita dijo ella desde fuera. Cogió su teléfono y apresuradamente marcó el número que el cartel tenía. Una mujer respondió al otro lado del teléfono. Parecía triste, sola. Ella la dijo que sin ningún problema la enseñaría la casa. Quedaron al día siguiente en frente de la puerta. La dueña había llegado antes que ella y cuando llegó la interesada vio unos ojos pasados por agua. No se atrevió a preguntarla nada acerca de su vida personal ya que todo salió solo en cuanto la mano de la vendedora toco el picaporte de la puerta:
Entre, por favor. Esta casa es preciosa pero todas estas paredes cargan con un peso enorme de daños. Los muebles se los regalo. En esta cocina, hicimos nuestra primera comida juntos. Es pequeña pero práctica. En la nevera hay unos cuantos yogures; tíralos estarán caducados como nuestra relación. Este es el baño. Su ducha, lavabo, inodoro y este espejo. Tiene rasguños porque vió como mi relación pasaba por sus peores momentos. Esta es la habitación es grande y bastante cómoda. En esta cama, tuvimos nuestra primera lucha de almohadas. Tiralas todas ya no quedan plumas en ellos. Pero no solo te voy a contar lo bueno de esto. Un día llegué y en esta cama, le pille acostándose con quien jamás pensé que me traicionaria; mi mejor amiga. Les eche a los dos y esta mirilla observó como consumaban su amor en ese descansillo sin importarles que yo estaba al otro lado de esa puerta. No permites que esta casa vea más cosas como esta o se derrumbará en pedazos.
La interesa estaba sorprendida. Asustada dijo, creo que en estas paredes quedan demasiados recuerdos que no se si me haran daño pero que tú debes recuperar o saber tirar.
Susurro en el oído.
lunes, 3 de febrero de 2014
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