Susurro en el oído.

miércoles, 22 de mayo de 2013

C´est fini.

Ella le había dado tantas oportunidades como veces había fracasado en ello, había perdonado lo imperdonable, había escuchado hacerle el amor a sus oídos y aún odiándolo lo aguantaba; todo por amor. Ella le había querido pero él la había traicionado, la estaba humillando. Venía a ella cuando lo necesitaba tan solo por interés, porque no tenía nadie, pero de lo que no se daba cuenta es que ella le quiso cuando nadie le quería. Y no lo valoró. Ella pasó página. No aguantaba ni una humillación más. ¿Cómo era posible? Se había prometido no volver a fallar, no volver a confiar; pero cuando se trata de amor verdadero ya nos da igual que todo esté en nuestra contra que nosotros siempre lo veremos a nuestro lado; a nuestro favor. Él no lo comprendió. No comprendió esa despedida tan rara donde ella quedaba con él una tarde. Una tarde de despedida que ella sabía pero que él no esperaba; tal vez estaba demasiado confiado. Ella le besaba muy fuerte  quería recordar por siempre como era el sabor de sus besos y la forma de sus labios.Le agarraba rápido de las manos y las tensaba contra las suyas, quería seguir como el roce de sus manos, el tacto de su piel que ya no iba a poder tocar otra vez. Cada vez que le miraba a los ojos, los de esta brillaban por tantas lágrimas acumuladas por no quererle decir adiós pero si ser lo mejor. "A veces no es lo que sentimos por lo que nos tenemos que dejar llevar, sino por lo correcto." Esa fue la frase que recordó durante toda esa tarde porque quería hacerlo.
Su madre la había dicho:
Mi vida, sé que le quieres, que te costará muchísimo olvidarle. Pero, ¿mírate? Has adelgazado muchísimo porque ese chico te está infravalorando. Probablemente no me entiendes, pero tú no te mereces eso por mucho que le quieras. Él no te quiere, te está utilizando y cuando encuentra a otra te abandona, se la folla y vuelve contigo. Pensemoslo por el lado positivo no te quiere poner los cuernos pero eso no es de un caballero, cariño.-acariciándola el pelo a la hija se le cayeron las lágrimas- Pero no llores por favor. He aguantado demasiadas lágrimas por ese hombre y como madre las aguanto ya no solo por eso sino porque te quiero princesa, y no tendrás un cuento, ni un castillo ni nada parecido pero créeme ese no es tu caballero, el que cada noche te tapará en la cama porque te hayas desarropado. No hija, no. Lo siento. Siento decirte esto, de esta manera y con estas palabras tan sumamente frías pero necesito que te des cuenta de que es lo que no te conviene, porque yo si que te quiero y nunca te voy a dejar sola, eso entiéndelo.

Diez minutos antes de que cada uno escogiera el camino para ir a sus respectivas casas, ella le dijo:
Escucha, no quiero que hables, solo escúchame. Me lo debes por todas la veces que no lo has hecho, por todas las veces que te he pedido un cambio y nunca ha llegado, por este cuerpo tan sumamente delgado. Me lo debes por quererte y tu no sentir ni la mitad de lo que siento yo. Estoy harta de mentiras, de que estés siempre colgando de la cuerda floja y yo como una gilipollas te salve. Se acabó, lo siento. Has tenido suficientes oportunidades, esto ha llegado a su fin. Tranquilo te dejo el camino libre para que hagas lo que te de la gana con quien te plazca. Espero que disfrutes. Te quise. Adiós.

Ella se levantó del banco en el que estaban sentados y empezó a caminar. Al escuchar un ruido a su espalda se dio la vuelta y al ver que era él con lágrimas en la cara  con ganas de abrazarla le dijo:
No llores. Esto no te duele ni la mitad que a mí. Y no me abraces. Ya no quiero formar parte de algo que tenga que ver contigo. Sé que vas a ser feliz, que lo vas a conseguir. No niego que no me hicieras feliz pero esta maldita relación me consume poco a poco y tú consumas con otras. Adiós.

Ella salió corriendo. Sería la última vez que la veía para siempre.


Cada vez que lloviera se acordaría de él
por el hecho de que la dejó sin lágrimas. 

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