Susurro en el oído.

viernes, 6 de septiembre de 2013

No necesito los cinco sentidos para sentirte.

Hoy me toca decir a mí las cosas bonitas que algún día se nos olvidó decirnos y hoy retomamos. Hoy he puesto en un lado de la balanza lo bueno y en el otro lo malo y me he dado cuenta de lo que bueno gana todo lo malo que ha pasado. Hoy me he dado cuenta de que quiero que llegue el invierno, y no es el mío por dentro, para poder pasarlo a tu lado. Hoy me he dado cuenta que te echo de menos cuando mis labios rozan los tuyos en un último beso de despedida. 
Recuerdo tu lunar, mi favorito, el lunar en torno al que giro, ese que tienes detrás, en la espalda y que me llama cada noche  para que vaya a besarle. Recuerdo besos debajo de la lluvia, carreras en medio de Gran Vía cuando nadie entiende por qué, solo tú y yo; solo nosotros.
Estoy escribiendo una declaración de amor en letra pequeña. Te has colado dentro de mí y ahora no quiero que salgas. Hazme el favor y cierra la puerta. Vamos a cuidarlo. Abrígalo bien y no dejes que la corriente pase. 
Quiero que saques toda duda que recurra a tu cabeza y empieces por aumentar tus ganas de besarme, que las mías son inmensas. Tan pequeña y con tantas sensaciones. Estuve a punto de echarlo todo a un lado, de olvidarte ya del todo pero hoy me he dado cuenta de que hubiera sido el mayor error de mi vida. 
Ten cuidado cuando roces mi piel. Tranquilo, no dejes de hacerlo, mi piel no está sensible, es más te necesita como nunca solo que nunca te has dado cuenta de  que me pongo nerviosa y me muerdo el labio cada vez que lo haces. Me estás poniendo nerviosa. Para de mirarme que no quiero ponerme roja. 
Me gustas de todas las maneras posibles, en todos los formatos. Adoro los buenos días en los que ni siquiera salen palabras de nuestra boca. Solo necesito un silencio que me diga que lo nuestro es sincero.
Quiero robarte el corazón pero prometo cuidarlo cada día. Prometo mimarlo en los días de invierno. Prometo taparle con una manta cada otoño para que las hojas mojadas no se atrevan ni a tocarlo. Prometo quererte el tiempo que tengamos juntos, como nunca  y como siempre.
No quise ir a decirte las veces que me tiraría a tu cuello para acabar en un beso en los labios cuando las cosas no formaban una línea recta sino una curva que imaginé que no acababa.
Que hablan de Eso de los cinco sentidos. Ni siquiera necesito uno si ya te siento aquí dentro conmigo.
Me he fijado en el espacio libre que hay entre la silueta de tu clavícula hasta el cuello de tu camisa por el que algún día mis manos se perdieron. ¿Y a eso lo llaman vacío? Todos los espacios de tu cuerpo me llenan empezando por ti mismo.
Estoy en lo cierto de que te necesito y espero que sea recíproco.
Estoy a punto de caerme de golpe cuando unas manos rozan mi piel, pero me sujetan y me he dado cuenta de que no hay manos más suaves que las tuyas.
No sé que podrá haber después de ti. Me quedo con el ahora. No quiero salir de él.
He escuchado algo de eso que dicen que los mejores recuerdos o las cosas que te llenan en el último día de tu vida aparecen. Tú estarás ahí. Hasta el final, hasta mi final.
Te quiero, lo prometo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog