Susurro en el oído.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Ya no hay ilusión que sostenga sino amor que valga.

Ya no sé si existes. No sé si eres un sueño de esos de los que nunca se acaban o si te estoy inventando al son de una canción triste de amor. Ya no sé si son tus manos las que me abrazan cada noche porque estás a mi lado o son tus recuerdos que vienen y me arropan.
Sé que te escribo cada noche, sé que existes, o tal vez no, pero sigo escribiéndote, por si me lees, por si te entro ganas.
Escribiría para ti la poesía que te mereces. Esa que ni siquiera Neruda terminaría, porque en ti no se encuentra un fin sino un infinito. Ahora entiendo porque me pierdo en ti y nunca me encuentro, nunca encuentro a la misma chica que hace tiempo se sumergió entre tus sábanas. Lo único que encuentro es una chica llena de amor; porque ya no hay ilusión que sostenga sino amor que valga. Por eso yo te quiero bien y no mucho dondequiera que estés.
Ya no desconozco porque la gente susurra a nuestro lado cuando pasamos. No entienden nuestro idioma, el idioma de dos cuerpos que se quieren, que se desean, que son dos llamas que en un mismo fuego que queman todo lo que les rodea pero que nunca se apagan, siempre encuentran un poco de petróleo con el que encenderse.
Estamos bailando como dos desconocidos, en una pista, que sonríen como tontos porque les están sacando a bailar. ¿Lo entiendes? Estamos bailando con las corcheas y las semifusas que forman esta melodía, al lado del pentagrama que nos incita a leerle, a cantarle, a susurrarle un te quiero.
Serías el único asesino de este cuerpo porque son tus manos las únicas que lo han tocado. Mi piel está llena de tus huellas dactilares, tan perfectas como culpables de este crimen. Es que mi corazón se ha escapado a buscarte desde que no me escribes, se ha acostado en tu cama para que le recuerdes por quién es y no se piensa ir hasta que no le arropes y no con una manta sino con los besos que relajan los latidos o le aceleran más, ya no sé ni lo que escribo. Solo decirte algo, cuídalo que él te merece más que yo o eso parece. Yo no he ido a buscarte, yo te espero; él ha preferido encontrarte y así lo ha hecho. Cumple sus deseos aunque yo no cumpliera los tuyos.

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