Susurro en el oído.

martes, 10 de septiembre de 2013

Volví a hacerme fan de tus heridas.

Me perdí. Te perdí. Nos perdimos pero ojalá hubiera sido por las calles de Madrid. Esta agonía hace daño cuando todavía veo en nosotros la posibilidad de intentarlo. Eso es lo que me está matando. Las ganas de soñar. O de soñarte. Ya no sé dónde estás, ya no sé porque calles buscar o en qué esquinas parar. Sé que la única dirección en la que te voy a encontrar es en la avenida de mi memoria, sin número. Has firmado un pacto con mi cabeza o tal vez con mi corazón de quedarte a vivir aquí sin ni siquiera pagar un alquiler, pero, ¿qué quejas te  voy a poner a ti? 
Sí, lo sé. Sé lo que piensas. Sé que ya lo hemos intentado y que ha salido mal pero si te vas vete para siempre. Sé que hemos cambiado, que eres otro, que estás más guapo desde que te fuiste y son otros besos los que te dejan heridas cada vez que te muerden. Sé que has cambiado porque tu sonrisa es diferente porque ahora se la dedicas a otra. Sé que dices que te hice daño, espero que ella cure tu corazón como yo no supe hacer; si lo único que hice fue abrir más la herida. Perdóname. Yo también he cambiado; ahora soy otra. Aunque no lo creas ahora tomo café cada noche para no dormirme, para no pensarte; con lo que yo lo odiaba cuando tú venías a mi casa y te empeñabas en que lo tomara. Como cambian las cosas ¿no crees? 
Ahora soy una cobarde. Te escribo esto mientras un tren pone más tierra entre nosotros. Porque necesito olvidarte. Porque sin ti no puedo. Lo siento.
Llámame loca pero estoy montada en un tren sin saber cual es el destino; ojalá fueran tus labios.
Si algún día lees esta carta, si algún día recuerdas a la chica que se enamoró de ti, búscame por favor. Tú siempre tendrás la puerta abierta, yo no la voy a cerrar aunque para ti nuestro capítulo haya acabado. 
No me concedas el beneficio de la duda. Yo siempre recordaré tu aliento en mi nuca pidiéndome un beso más, o tus manos frías buscando las mías, tus ganas de tener encima de ti mi peso en tu cintura. 
No me quedan palabras, solo lágrimas por el vacío que siento, por las ganas que tengo de verte a pesar de que ha pasado un año. Mi última palabra para ti fue "cuídate". Pero yo sabía que nadie lo haría como yo lo hice, nadie te querría como yo lo hice y por eso volviste.

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