estamos a un paso de encontrarnos,
encontrarnos en los lunares del otro,
en el horizonte del infinito.
Hoy probablemente sea lo suficientemente fuerte como para escribirte una carta de despedida. El problema que no la leerás.
Querido desconocido:
Vengo para hablar de una despedida que no existe, de algo que nunca ha surgido. Estoy hablando de un nosotros que nunca fue. Estoy hablando de las miradas de las que fuimos cómplices, de las ilusiones, de las mariposas en el estómago. Eso fue amor a primera vista y no los de película.
Vengo para hablar de lo mucho que me equivoco,
de las veces que te dije adiós y nunca debí hacerlo.
Vengo con una carta de despedida bajo el brazo para que no se moje, para que la leas, para que nos olvidemos, para que esto acabe. Tal vez por el daño que me haces o que te hago. Ya no sé a quién duele esto. Sé que me estoy volviendo a enamorar mientras escribo para ti, mientras recuerdo tus ojos color miel mientras sonríen o labios que me tiran besos debajo de la lluvia, palabras que jamás el viento se llevó pero promesas que hoy vuelan.
Hoy me he dado cuenta que he vuelto a ser la misma. Siento decirte que ya no soy la chica de la que te enamoraste. Ahora vuelvo a ser la misma que antes de ti. Antes de ti yo no era dulce sino amarga como el café, fría como el hielo.
Ahora estoy rota como un cuadro, o en ruinas como Roma. Ya no sé si esto es suficiente pero esta es nuestra despedida, este es nuestro adiós por no querer enamorarme de ti por el miedo a que sigas siendo lo demasiado capullo como para que acabemos perdiéndonos.
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