Hoy el pie izquierdo quiso ser el primero en pisar el suelo.
Hoy he odiado Gran Vía y a la gente que la recorría; fíjate con el cariño que te tengo.
Es un sábado, como otro cualquiera; sin fecha. Son las diez de la noche y me ha dado por escribir en un papel y ahora lo estoy copiando. No te imaginas la de tachones que hay en la hoja, como errores en mi vida, de esos que cambian el rumbo de las cosas.
Suena el timbre de la puerta y cuando ella se levantó a abrir, empezó a sonar su teléfono. No sabía cuál tendría más importancia. Seguro que ninguna a no ser que fueras tú. Decidió ir a por el teléfono; la puerta podría esperar pero cuando respondió se cortó. "Volverán a llamar"-pensó. Se dirigió a la puerta, la abrió y ahí estabas tú, arrodillado en la puerta intentando meter un papel por la rendija de ésta. Ella no sabía que hacer. Ni siquiera era capaz de articular palabra. No sabía si cerrar la puerta de golpe y pillarte las manos ahí para que supieras lo que es dolor o dejarte pasar. No hizo nada. No podía reaccionar hasta que al final habló él.
<<<Supongo que te estarás preguntando qué hago aquí ¿no? O mejor dicho, que hacía arrodillado en tu felpudo para meter esta pequeña carta. Si me dejas pasar si quieres te la leo.
>>>>¿No puedes leerla desde fuera? ¿Tienes que entrar? ¿Es necesario? ¿No crees que ya es suficiente el daño que causas como para volver a venir? Parece que no estás satisfecho. Pues, ¿sabes algo? No, no me vas a leer la carta, no vas a pasar dentro. Déjala en el buzón si quieres y cuando pueda la leeré como toda la correspondencia.
(PUM) La puerta se cerró en su cara; en sus propias narices. ¿Ahora que hacía? ¿Dejaba la carta en el buzón o la metía por debajo de la puerta?
Ella se apoyó en la puerta. ¿Qué había hecho?¿Qué la había pasado? Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas y se abrazó a sí misma, a su cuerpo tan sumamente delgado. Hacía tiempo que no comía lo suficiente, hacía tiempo que no pisaba la calle y que ni siquiera encendía la tele. Su día a día se resumía en levantarse de la cama, sentarse en el sofá con una manta y pararse a pensar. Tal vez para entender todo lo que pasaba, porque ya no se entendía, porque hacía tiempo que su chico se fue, que la cambió por otra. Joder como dolía y más recordarlo.
(...)
Pasaron tres días y al final decidió salir a la calle. Mientras bajaba las escaleras vio que su buzón estaba lleno de correspondencia. Abrió el buzón. La mayoría de lo que había era publicidad de estas que no sirven para nada y luego había tres cartas y una sin remite. Una dela luz, otra del agua, otra del teléfono. Como se notaba que era fin de mes ya que todo la estaba pasando factura. Decidió guardar esas tres cartas en el bolso. Total lo única que había que hacer con ellas era pagar y punto no necesitaba abrirlas; es más probablemente ya estarían cobradas. Cogió la otra la tocó y empezó a sentir frío. Los escalofríos volvieron a ella. Esos que hace unos días tenía y sentía constantemente. Empezó a desdoblar el papel que había dentro de ese maldito sobre amarillo. No podía ser. Era su letra, esa tan pequeña y tan fea que parece de niño pequeño aún teniendo veinte años.Joder, la hizo caso por una vez y dejó la carta en el buzón. Pensó en no leerla pero se moría de las ganas de saber que es lo que la tenía que decir. Decidió hacerlo cuando cogiera el autobús así que guardó la carta en el bolso y se dirigió a la calle en busca de la parada en la que sus ideas cambiarían. (...) Cuando por fin cogió el autobús se acordó de la carta. Que raro que no hubiera pensado antes en ello. Desdobló el papel y comenzó a leer.
No sé por dónde empezar. ¿Por un "lo siento" estaría bien? Perdón. Sé que te engañé, que lo hice mal. Pero sé algo, que te quiero, que te necesito mucho. Que cambié al amor de mi vida por una diversión de una noche. Lo siento. Sé que no me crees, que no crees que me acuerdo de cada gesto tuyo por la calle, de la de sonrisas que me has sacado y de la risa tan bonita que tienes; esa que me hace pensarte a cada hora, esa que cada vez que resuena en mis oídos me pones los pelos de punta. Estoy nervioso, porque quiero decirte algo...pero necesito que hablemos; llámame.
"Menudo cabrón de mierda. Ahora me quiere y soy el amor de su vida. Ahora se acuerda de toda la mierda que nos unía. Él no se ha pasado una puta semana sin salir de casa, sin comer, sin hacer nada porque los pensamientos fusilaban todo."-pensó mientras lloraba en medio del autobús y todo el mundo la miraba. Decidió llamarle. Comenzó a marcar su número. El primer bip..el segundo..
<<<<Gracias por llamarme pequeña.
>>>> ¿Para que cojones querías hablar conmigo? Parezco tonta por llamarte de verdad. No sé porque lo estoy haciendo. Tal vez porque medio autobús me ha visto llorar mientras te recordaba o porque te he echado de menos. Pero dime ¿qué es lo que quieres?
<<<< No sé como decírtelo...Mmm...Quiero que volvamos, pero no quiero que seamos una pareja más. Quiero que te cases conmigo.
>>>> ¿¿¿¿¿QQQQUUUUÉÉÉÉ????? ¿TÚ ESTÁS MAL DE LA CABEZA? Mira no sé, supongo que debería pensar demasiado. Te dejo no quiero hablar más. Ya te llamaré.
¿Pero que me estaba diciendo ese tío? Definitivamente se le había ido la olla. De repente, llegó un mensaje a su móvil era de él. ¿Qué quería ahora? "Ali, mi vida, te espero en casa para que nos divirtamos esta noche, te quiero". Menudo cabrón de mierda. Que tonta había sido. ¿Cómo se había replanteado por un minuto casarse con ese gilipollas? Se acabó, definitivamente se acabó. Ese cabrón no se merecía a una tía como ella. Ese cabrón debería quedarse solo para toda su vida. Mejor sola que mal acompañada ¿no?
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