Susurro en el oído.

martes, 30 de julio de 2013

Omnia Vincit Amor.

Ya no sé si hay motivos o si tal vez no los entiendo. Ya no entiendo por qué seguí queriendote aún perdiéndote. Ya no sabía si estaba hecha para el amor. Ya no sabía dónde refugiarme. Puede que nunca encontrara unos labios que me dieran tanto calor o tal vez unos abrazos que me protegieran tanto. Unos brazos que me cuidaron o unos ojos que me miraran con cierta ilusión.
Se me cayó todo cuando te fuiste. Las ganas, la alegría. Se rompieron las sonrisas. Los miedos afloraron tanto que  el pánico a estar en la calle era inmenso.
De darte la mano y no encontrar otra como la tuya. De encontrarte en cualquier lado y de tener miedo a girar una esquina por si me encontraba contigo. De huir de ti en cualquier pasillo por no querer ver una mirada que no me dijera nada. De tener miedo hasta ahogarme en un vaso de agua.
He tenido ganas de ni pensar, de no tocar a nadie. Olvidé abrazar a alguien. Supongo que si alguna vez te has sentido asi me entiendes. Llegar a sentirte tan poco, incluso de no ser nada. Llegar a querer hasta las trancas, hasta no poder más y de repente darte cuenta que una mitad más una no hacen dos. Supongo que no hay que dar todo a una persona pero las mitades nunca fueron buenas, ni siquiera las cosas a medias. No escuchar tu voz ahoga los silencios. Supongo que retomar todo esto, devuelve la vida.
Regalas ilusión y alegría incluso a quien ni siquiera conoces. Recordarte durante tanto tiempo y poder abrazarte durante tanto tiempo. Tanto en tan poco me desordena. Supongo que el amor nos crea un desorden para que alguien lo ordene u ordena para que cuando se vaya se desordene todo. Estoy segura de que el amor todo lo puede.

martes, 23 de julio de 2013

Sus locuras la llevaron a la cuerda floja. Sus locuras la llevaron a no sentir más.

Acabó mal como todas las historias de amor. 
Ella estaba acostumbrada a subirse cada noche a unos tacones para salir a triunfar. Era increíble. Una chica fuera de lo normal, de esas que pocas veces te encuentras. Se sentaba con esa tierna delicadeza en los taburetes de esa barra mientras sabía que todos la miraban y babeaban por ella. Llamaba al camarero al que sonreía y este dejaba todas las copas a medias que estaba sirviendo para ayudar a una gran señorita. Ella pedía lo mismo de siempre. Ron con cola. Los hombres se empezaban a acercar y como siempre ellos acababan pagándola las copas. Pero la conversación de estos no la llenaba tanto como una copa la llenaba. Decidió salir a fumarse un pitillo y mientras estaba sentada en el primer escalón del garito, un chico se acercó a ella y la pidió fuego mientras se sentaba a su lado. Ella se lo dio y cuando se giró para dárselo la sonrisa de este la descolocó. ¿¿¿QUÉ??? ¿Cómo era posible? No podía ser. Se fueron a casa del chico y para extrañeza de ella no lo hicieron. A la mañana siguiente, cuando él ni siquiera se había despertado, se vistió, cogió sus cosas, le anotó su número en la nevera y se fue. Él la llamó. Empezaron a escribir una historia...tan bonita...tan irreal..tan perfecta...tan de película. Ella no se lo creía. ¿¿Que estaba pasando dentro de ella?? Pasaron unos cuantos meses y se decidieron a hacerlo. Las cosas empezaron a caer  en picado acabaron cada uno por su lado.  
Ella le seguía viendo. Tal vez una noche sí y una no. Pero las noches en las que le veía, ella moría por dentro. Que bonito fue todo. De repente un día a eso de las cuatro de la tarde, ella estaba en una terraza tomándose un café y él, que paseaba por allí con su perro Scott, decidió acercarse. Ella intentó ignorarle y sacó un cigarrillo para intentar ocultarse su maldita ansiedad. Él la apartó el cigarrillo y la besó. Ella, atónita le dijo:
 -Mira, no vas a ser diferente. Ya lo has sido. Has tenido tu puta oportunidad en la que me has hecho sentir la persona más feliz del mundo. Prometí no querer nunca a nadie y ahora vienes tú y me descolocas y me dejas y  ahora coges te sientas aquí, que nadie te ha dado permiso para ello, y me besas. ¿De qué vas? No hables, que no quiero ni saberlo. Déjame olvídate de mí, borra mi número. No voy a ser la tía a la que echas un polvo cuando a ti te da la gana. No, no seguir viviendo una mentira cuando llevo toda la vida que he vivido, viviendo una puta realidad. Y bueno si te duele esto, pues lo siento. Más me dolió a mi quererte y que tú mintieras en todo esto. Podías haber acabado con esto un poquito antes que nos hubiéramos ahorrado sufrimiento. Tal vez nunca debí conocerte en esas escaleras. Tal vez nunca debí ofrecerme a darte fuego. Tal vez nunca debería haber pasado algo entre nosotros. Y ahora, me voy no quiero estar en los mismos sitios que tú, no quiero compartir nada contigo. No por ahora. Adiós.
Ella cogió su bolso, su tabaco, se encendió un cigarrillo y se alejó de él.  Nunca volvió a sentir nada por un hombre, él la vació para siempre. Ya ni las copas la llenaban. Él se quedó parado y por un momento se dio cuenta de que lo había hecho mal, de que se pasaría el resto de su vida buscando a alguien como ella. Alguien a quién nunca encontraría.

HO VOGLIA DI TE.

Te echaré de menos. Echaré de menos levantarme pronto para verte. Echaré de menos que me persigan unos ojos tan inocentes que guardan cierta llama. Echaré de menos unas manos tan traviesas como las tuyas. Echaré de menos ir corriendo por Madrid como dos niños pequeños. Echaré de menos las miradas cómplices que llevan a quererte. Echaré de menos esos abrazos en los que  me siento protegida. Echaré de menos esos brazos de los que jamás me quiero separar. Echaré de menos las carreras por tu casa o las peleas por perder. Echaré de menos perderme en ti. Echaré de menos las despedidas en las que ya te echo de menos. Echaré de menos las mil  y una noche que te debo. Echaré de menos que me abraces mientras duermo. Echaré de menos tus labios mientras juegan a escondidas con mi espalda. Echaré de menos esa risa contagiante que a veces te sale. Echaré de menos darte los buenos días en persona. Echaré de menos darme la vuelta y encontrarte al otro lado de la cama. Echaré de menos el sonido de tu voz. Echaré de menos que me lleves de la mano al cielo. Echaré de menos escribir historia en tu espalda. Echaré de menos perderme. Echaré de menos el optimismo con el que siempre me recibes. Echaré de menos que vuelvas a mis besos. Echaré de menos estar enganchada a ti constantemente. Te echaré de menos. A ti. A tu sonrisa. A tus manos traviesas. A tus brazos protectores. A todo lo que nos une.

Declararnos el amor y no la guerra.

Tenemos por costumbre dar todo a una persona cuando llega y se queda un determinado tiempo a nuestro lado. Pero también estamos acostumbrados a quedarnos sin nada cuando se va. Tenemos por costumbre entregarnos cien por cien a una persona y luego estar más vacíos por dentro que el corazón del rico. 
Llega una persona, así de repente, una persona que desestabiliza todo nuestro organismo, que nos dice ven y nosotros vamos aunque no nos lo diga. Nos agarramos tan fuerte a un clavo que ni siquiera se quedará para siempre. Explícame dónde ves amor. Esta maldito mundo se va a pique y, ¿dónde esta el amor? Nos pasamos al vida declarándonos la guerra, ya sea en la cama o en un terreno. Se nos olvidó mandar mensajes de amor en tiempos de guerra. Se nos han olvidado tantas cosas..
Tal vez el amor ya no es lo que era. Lo que no me queda claro es que lo que antes era, fuese de verdad. A saber cuántos han vivido amando a su mujer y otros por obligación. A saber cuántas mujeres han aguantado a hombres que jamás han querido. Tenemos la costumbre de seguir mintiéndonos.  Nunca cambiamos. Será eso ¿no? 
No todo es para siempre y las mentiras también acaban. Da igual que estés viviendo una mentira y seas feliz si luego despiertas del sueño.
Pero recuerda algo, las mentiras siempre vuelven, la felicidad siempre se echa de menos y los huecos vacíos también se llenan. Y siempre las ganas de volver a tentar en ese pecado serán demasiado grandes y si caes en él no te tortures.
No somos perfectos ni siquiera lo intentes. 

Ranas especializados en ilusionarte convertidos en príncipes.

Aquí y ahora. Te vi y me ruboricé. Me escandalicé entre esas sábanas desgastadas por el paso del tiempo. No sé que estábamos haciendo. Supongo que revivir viejos recuerdos ¿no? Él quiere intentarlo pero ¿yo? Yo ya no sabía lo que quería. Supongo que lo único que quería es que todo volviera a ser como antes, como esa canción que no se acaba; como esa canción que nunca me canso de escuchar. Sigo intentándolo. No me importa. Me mira, me sonríe y me dedica un piropo que al salir de sus labios siempre suena mejor que de la boca de otros que no conoces cuando te los dedican por la calle. Supongo o doy por hecho que estoy harta de eso. De piropos de discoteca y acabar en el baño con cualquiera .Él me hacía sentir bien. Nos entendíamos perfectamente pero algo debía fallar. Tengo por costumbre predecir que cuando las cosas van viento en popa viene la marea y se hunde el barco. Yo y mi manía de ser negativa o mi manía de ser negativa y yo. La verdad es que ya no sé si me queda amor propio de tanto quererte. Supongo que esto es así. Dejo de quererme un poquito para dedicártelo a ti. Pero también supongo que si tú no me quieres es porque no dejas de lado el amor propio que te tienes a ti mismo. Que eres tú, tú, tú y otra vez tú. Que por perder un poco de amor propio no va a pasar nada, nadie te va a comer ni siquiera yo te voy a dejar. Que me quieras un poco más y menos a ti.
Pero...¿qué a quien vas a  querer tú si en la vida has querido? Si siempre has sido de idas y venidas, de besos entre copas y botellas, de acabar en una esquina con cualquiera, si regalas flores a todas incluso a todas las miras con esos que estremecen a cualquiera.  Mírate y mírame. Me llamas bonita mientras me quitas la ropa y yo sonríe. Dime a cuántas mas se lo dices y ellas tan tontas como yo sonríen.

lunes, 22 de julio de 2013

Te cuidó como nadie

Perfecta luna aclarada para enamorados, que irradia pues sé que te sientes tan solitaria allá encima de las dunas, persiguiendo constantemente a tu amado pues es imposible nuestro encuentro en el cielo. Por eso creo que admiran los ilusos tu postura, reluces todas las noches, da igual tus ganas de descolgarte de ese cielo oscuro y vives esperanzada de encontrar la luz que iluminaría tus noches, vives sola entre las estrellas, eres como una página donde sale una palabra que empapa el corazón del hombre; AMOR. Más todas los capítulos recogen tus alegrías y tristezas, eres tal como la vida de un mortal y a la vez tu grandeza nos hace tan lejanos. Eres tan nombrada  y tan famosa. Algunos te han pisado y te han querido regalar, otros simplemente desconoce tu grandeza.
Eres mágica y tus leyendas son numerosamente infinitas, caes como una dama en los lagos. Eres gris tristeza que desprende luz mística, eres muy hermosa, mi deseo más profundo. Tú eres mi luna.

viernes, 19 de julio de 2013

Ese pero que impide la posibilidad.

Tal vez no soy digna de escribirte esta carta. No soy digna tal vez de culparte de los errores que cometimos. Si soy digna de quedarme con nuestros recuerdos y si quieres te hago un hueco en el sofá, damos al play y los vemos juntos. Puedo ser o no digna de admirarte tan solo con verte, pero no me quedo ahí, me quedo con las ganas que te tengo, con los besos interrumpidos por un mordisquito que nos hace cómplices de lo que en una milésima de segundo nos provocamos el uno en el otro. Me quedo con lo bueno porque lo malo lo borro contigo. Tú me enseñas una vida a tu lado llena de color, alegría y optimismo y mientras que esa personalidad mia a veces se esconde, entre pequeños rayos aparece la niña que siempre llevo dentro, revoltosa, cariñosa, simpática, habladora, esa que solo tu consigues sacar.  Tienes un efecto sobre mí que nadie sabe que alguien pudiera causarme tanto efecto. Provocas en mí lo que en una clase sucede cuando llega alguien nuevo, o en un trabajo que se revoluciona el personal. Las cosas han cambiado pero parece que nada nos puede separar.

jueves, 18 de julio de 2013

Perdón o permiso.

Siento pánico. Se me pasa por la cabeza ese pensamiento de poder perderte y mis muros caen. No sé si pedirte perdón por tener miedo o pedirte permiso para ello. Me paro y pienso ¿y si te pierdo? ¿ y si dejas de mirarme con ojos tiernos y empiezas a mirarme con unos ojos fríos y distantes? ¿y si te cansas? ¿y si no soy todo lo que necesitas? ¿y si no estoy a la altura? ¿y si no se quererte? Y si..Y si..Y si.. Dos palabras que podrían torturarme mientras este contigo y no me permitan aprovechar los momentos, las risas, los paseos por los parques, las carreras por las calles, los besos a medias, las palabras a medias de un mordisco, los abrazos que me llenan, las manos que me agarren por detrás, los atardeceres a tu lado.
Sí, tengo miedo, mucho. Pero no hay nada mejor que verte, que agarrarme a tu espalda y no soltarte, que apoyarme en tu hombro y morderte el cuello. Puedo tener miedo, pero es verte pasear por la calle, o mirarte a los ojos y que todo se venga abajo.

Tan bonita como siempre pero como ninguna

Puede o no parecerte bonita, supongo que eso ya depende de gustos. Pero podría hacerte cambiar de opinión.
Me he recorrido esa calle de arriba a abajo de su mano, de la mano de las mejores e incluso he gritado sin miedo a que la gente se diera la vuelta y me mirara con mala cara. He gritado en medio de la carretera de esa calle ¡QUE VIVA EL AMOR! sin miedo a que un coche me atropellara o bajara la ventanilla y me gritaran y juzgaran como a una loca. Ella es inmensamente bonita e inmensamente grande. Tiene una cierta belleza que desde abajo no se aprecia. Pero dime, ¿alguna vez has mirado a Gran Vía desde arriba? Es impresionante. Me he quedado sin palabras cuando la he visto y ni siquiera soy capaz de describirlo. Me he apoyado en el muro de una azotea y he mirado hacia abajo y hacia todos los lados posibles y he visto personas diminutas, una ciudad jodidamente indescriptible; jodidamente bella, pero me he quedado quieta un instante, admirándolo y me he dado cuenta que he dejado de pensar hasta que llego él y me abrazo por detrás rodeando con sus brazos mi cuello. He visto luces a lo lejos y he dudado si todo lo que veía era Madrid.
Ahora que piso Gran Vía, ahora que te he visto desde arriba y he visto la belleza que guardas y que ha pocos muestras, me dan escalofríos si te piso y no pienso en lo bonita que estas cada día.
Amor por Madrid, por siempre. Esta bella ciudad es tan suya que no es capaz de echar de menos a nadie, cuando ella es necesitada y deseasa en la milésima de segundo en la que dejas de estar en esta ciudad.

Una sustituta más, un tequila para olvidar

Quiero todo contigo, una vida a tu lado, despertares viendo tu cuerpo al otro lado de la cama. Quiero ser quien te dé las buenas noches y ni siquiera te deje dormir de las ganas que te tengo, del deseo que tengo de que nuestras ganas nunca cesen ni siquiera en el intento. Quiero que me mires con ojos que me hablen mas que tus palabras o que me mientas con la boca y tus ojos digan lo contrario. No necesito ser princesa para necesitarte, pero si algo sé es que lo estamos haciendo mal. Tú buscas una sustituta de ella, la que te dio todo, de la te enamoraste, de la que es tu primer amor. Yo no soy como ella y ni tan siquiera quiero ser sustituta de tu amor. Yo quería ser única, especial; yo no quería ser una más y tú solo buscabas una buena sustituta. Yo. Yo puedo acompañarte en una noche de fiesta. Podemos pasarnos el día pegados a una botella o unas cuantas eso como tú prefieras. Puedo intentar que ella sea menos importante para ti, pero no dejaré que deposites en mis labios el dolor que ella te deja para que después lo sufra yo. Hay ojos que conozco ya de sobra, tal vez por experiencia propia o por mirar los de otras personas, y los tuyos dicen que vives enamorado quien sabe si de unos bonitos recuerdos o de una puta persona.

miércoles, 17 de julio de 2013

Ven que quiero acostarme en tu espalda.

Que soy un forastero que nunca encuentra su sitio, 
siempre de arriba a abajo sin someter el corazón a juicio.
Y es por eso que camino sin rumbo y muy perdido,
pero como a toda noche oscura la llega la muerte 
en el mismo instante en que un rayo de luz en ella se aventura.
Y para mí  eso eres tú, 
mi pequeño gran rayo de luz y de esperanza, 
aquel que con su simple acto de presencia me cautiva,  
aquel por el que cada centímetro de mi piel vuelve a sentirse viva, 
aquel con el que sueño aún estando despierto y vive en mis sentidos.
Eres ese rayo de luz que deseo ver cada mañana, cada tarde y cada noche,
eres el dulce motivo de mis sinceras sonrisas,
eres la cálida sensación que siento al escribir estos pequeños versos,
eres la luz en este oscuro camino.
Que tú mejor que nadie lo sabes,
estamos despidiéndonos y en el momento en el que nuestros labios se separan 
ya te estoy echando de menos.
Puedo no creer en todo esto,
ese rollo del amor y eso;
pero es que esto parece un sueño.
Me llenas de alegría nada más verte,
me derrito si me sonríes
y si me miras con esos ojos tiernos de niño,
ojos que cautivan, que están llenos de ilusión 
y hacen que arda en mí un deseo inmenso de ti.
En boca de muchas otras has estado,
para que engañarnos,
pero yo te conozco como nadie.
Conozco tu manía de llegar siempre tarde,
tu dilema entre hacerme cosquillas o besarme la tripa,
tu deseo al ver mi piel de gallina,
tus ganas de cogerme en brazos cuando en medio del camino quiero pararme.
Conozco tus sollozos cuando te muerdo el labio,
y las ganas que me tienes cuando tú te lo muerdes a ti mismo.
Conozco tus abrazos
y tú conoces de mí que ni siquiera puedo separarme cuando me agarro a ti fuerte.
Conozco tus lunares 
y lo mejor es no hablar de ellos  
o puede que pierda la cabeza en esto.


Desnudar(nos) para hacernos más daño.

Sonó el timbre de la puerta. Me levanté sin ganas de nada. Desde que te fuiste las ganas ya no existen. Pregunté quién era pero nadie respondió. Dudé en abrir pero al final lo hice. Y ahí estabas tú. Tirado en el felpudo de mi casa cual perro abandonado en la calle. Cuando te vi, me quedé anonada y de repente, te tiraste a mis pies, te abrazaste a mis piernas y yo no sabía que hacer. Me agaché, me puse a tu altura y te besé la frente mientras te invitaba a pasar. Tú sonreíste por el buen recibimiento que te di y tus únicas palabras fueron un "te he echado de menos, te necesito." Yo sonreí, como siempre hacía y te respondí con un "yo también" ¿Qué te iba a echar en cara? Si te quiero más que a nadie, si me complementas con tus besos y las risas, si hacía tiempo que no me sentía así, si hacía tiempo que no necesitaba a nadie tanto como hoy te necesito a ti.
Pronto las penas se nos pasaron, los daños causados y las heridas abiertas estaban de lado, se habían cerrado o desaparecido durante un tiempo. Fuimos a mi habitación, empecé a quitarte ropa o daños y quedamos desnudos él uno frente al otro. Te besé y tú me tiraste a la cama. Comenzamos a jugar, a recorrer con nuestros dedos el cuerpo del otro como si estuvieras tocando una canción de piano. Me acosté en tu espalda y los besos y las caricias empezaron a surgir, solas y con ganas. Todo surgía y surgía y los besos se nos escapaban, ya no se si era por rutina o por sentimiento. Yo le miraba con ojos recelosos pero los suyos me pedían más. Le besé todo su cuerpo de arriba a abajo , de izquierda a derecha, de norte a sur y de este a oeste. Y al final acabamos como acaban la mayoría de las parejas en las reconciliaciones, haciéndolo  con ganas, deseándonos el uno al otro y las ganas no cesaban. Mis uñas acariciaban su espalda y dejaban ciertas marcas. Él me besaba y mordía el cuello mientras yo me derretía de placer. Cuando terminamos nos dimos cuenta de que era muy tarde que él se tenía que ir y así lo hizo. Cuando se despidió de mí con un simple beso fugaz y desapareció con prisas vi que en el rellano se le había caído un papel del bolsillo derecho trasero de su pantalón. Me apresuré a cogerlo y al entrar en casa lo desenvolví. Era una nota en la cual ponía:
Te espero en mi casa a las 23:30, me apetece dormir contigo cariño, espero que tengas una muy buena tarde con tus amigos cuando vengas me cuentas.         Te quiero.
¿QUÉ? ¿Qué coño es esto? Fue en lo primero en lo que pensé. Yo dándole oportunidades a este maldito cabrón mientras me desvivo por una maldita relación que parece que no nos lleva a ninguna parte. Me sentí jodidamente utilizaba. Me sentí como una simple fulana a la que él venía a reclamar un poco y miserable amor. Él no me valoraba y yo con mi poco amor propio me hundí en la mierda. Era lo más bajo que había caído jamás y le había creído. Que gilipollas había sido y ahora volvía a caer en la misma mierda de siempre, algo que siempre reemplazó tu ausencia.




Vi en él más daños de los que jamás pensé que tuviera.

Paseábamos por una calle cualquiera y a una hora un tanto desorbitada, la verdad no lo recuerdo bien. Las copas demás en ese antro infernal, donde la música me desentonaba hacía que lo único que quería era poder acercarme a esa barra, guiñarle un ojo al camarero mientras le pedía una copa más sin ni siquiera  mencionar que es lo que quería, ya se lo sabía  ya que iba por la quinta. En cuanto se vaciaba un poco la barra, el camarero se acercaba a mí y se servía una copa para hacerme compañía pero yo sabía que no era ese tipo de compañía lo que quería. Necesitaba ir al baño, tantas copas demás están haciendo que mi vejiga necesitara vaciarse un poco. Cuando salí del servicio y estaba mirándome al espejo vi como tres chicas esperaban la cola para entrar al  baño y una de las caras de esas chicas me llamó la atención. No podía parar de mirarla. Sabía que la conocía, hasta que de repente al salir de baño en la puerta estaba un chico alto, moreno y con ojos verde. Mi querido ex novio. Ahora caía en la cuenta de que ella era la chica con la que me engañaba, la chica con la que quedaba y mientras a mí me ponía excusas. Se giró y me vio. Yo le obvié. Joder seguía igual de guapo que siempre, con esos ojos verdes que enamoran y yo aquí con cinco copas demás que jamás quitarían brillo a esos ojos que me decían te quiero y a la vez me mentían. Me abrí paso entre la gente hacia la barra para pedir otra copa más, la verdad es que me estaba dejando el sueldo en este maldito antro. Mientras llamaba al camarero, un chico se apoyaba en la barra, a mi lado y se me quedaba mirando. Yo me estaba dando cuenta de ello y cuando gire un poco la cabeza vi que era él. Él. Me estaba mirando con esa sonrisa profiden tan elegante como siempre, con esos pantalones ajustados y para mi sorpresa con la camisa azul celeste y el collar que yo le regalé. Me miraba con cautela y de repente me saluda. Me agarra de la cintura y me atrae hacia él dándome lentamente dos besos en la comisura de la mejilla que hacen que me ruborice. Yo, atónita, no contesto y él me sonríe mientras me dice que sigo siendo la misma despistada de siempre, que si no había cambiado. Bueno en algo sí, estaba más delgada. Agarró mi mano derecha y me hizo girar sobre mi propio eje y cuando volvía a estar mirándole a los ojos me dijo "sigues tan radiante como siempre." Para su sorpresa mi única reacción fue un: "he visto a Amaia en el baño, ¿qué tal estáis? " Sus ojos brillaban consternados, anonadados. Agachó la cabeza y me dijo: "no estamos juntos, no me hace sentir bien, esto va fatal y cada día peor. No encuentro a nadie que me haga sentir como tú."
Mis ojos se iluminaban. Mi mente no daba crédito a todo lo que estaba sucediendo en este momento. Yo no respondí, pero de repente encuentro una laguna en mi cabeza y no recuerdo nada más. Solo me veo saliendo de la discoteca, si a eso se lo puede llamar así, y acompañada por él. Al girarme a mirar el otro lado de la cama para ver que todo eso era un maldito sueño, me topo con la realidad y veo que él está al otro lado de la cama, durmiendo tranquilamente. Me levanto de la cama, necesito ir al baño, darme una ducha, despejarme. Yo solo necesito saber que no lo hemos hecho pero su aspecto desnudo me dice lo contrario. Al salir de la ducha me dirijo al salón y me encuentro con él. Me sonríe y me dedica un "buenos días pequeña" que yo ni siquiera quiero escuchar, sigo teniendo malos despertares, parece que todavía no le ha quedado claro. La voz de mi cabeza lo único que me decía ,mientras me chillaba, era "¡PERO QUE ESTÁS HACIENDO! ERES TONTA, TONTA, TONTA.
Él estaba hablándome y la verdad yo no le escuchaba hasta que oí un "quiero intentarlo de nuevo" Me giré, le miré con unos ojos fríos y amargos que él se paralizo.Me acerqué para sentarme junto a él en el sofá donde se hallaba y comencé a decirle:
"Hoy me siento como una más, nada ha cambiado. ¿Quieres intentarlo? Yo no. Yo no quiero nada contigo. No sé lo que ha pasado esta noche, no lo recuerdo y tampoco me interesa pero si lo hemos hecho, que ojalá que no, esto no ha significado nada. Ha sido un desliz y punto. Sigue con Amaia, ¿qué pasa? ¿que ahora no te llena pero cuando estabas conmigo sí? Sé que estarás deseando que te llame cabrón y que me ponga como una histérica a gritarte y a insultarte, pero no, no me apetece, no me va a hacer sentirme mejor, no voy a dejar de sentirme utilizaba por eso. Por que es lo que has hecho, utilizarme. -él intentó hablar pero yo proseguí- Cállate y escucha que por una vez en la vida te hace falta y aunque no lo creas te vendrá bien. Eres un miserable. En la vida has querido a nadie y parece que se te va la vida en ello cuando no es así. Te odio de verdad. La línea que separa el amor y el odio es tan sumamente fina entre nosotros que ni siquiera la hemos rozado, nos la hemos saltado de golpe. No quiero saber nada de ti. Nunca más. No sé si decirte lo siento o aplaudirte porque ya no sé ni que es lo que quieres. Ahora coge tus cosas y márchate de esta casa. Aquí ya no queda sitio para ti.
Él fue a la habitación recogió sus cosas y salió de casa. Yo le esperaba con la puerta abierta. Cuando salió no dejé que pronunciara palabra, le cerré la puerta de golpe y le di en los morros. Él quedó suspendido en la puerta, apoyado mientras se deslizaba por ella,al igual que las lágrimas caían por sus mejillas. Yo lo vi a través de la mirilla, vi como por una vez había hecho daño al amor de mi vida al que yo decía adiós.



jueves, 4 de julio de 2013

A.

En la mayor penumbra que la imaginación humana puede visualizar,
yacen mis sentidos atrapados en una urna de cristal.

No necesito la vista

si aquello que veo no eres tú, 
tu rostro y las tardes en el parque, 
los paseos por la playa cuando jurabas amarme.
No necesito el oído
si no es para escuchar las palabras que pronuncias,
aquellas en las que susurras mi nombre,
aquellas palabras en las cuales me hablas de una vida contigo,
una en la que no existan los problemas y solo estamos TÚ y YO.
No necesito el gusto
si no es para probar el dulce sabor que emana de tus labios.
No necesito el olfato 
si no es para oler tu aroma
ese que me hace recordar muchos momentos ya pasados,
ese que recuerdo cada día al levantarme 
y por la noche antes de acostarme,
ese con el que sueño con poder volver a oler,
y no recordarlo con vagos recuerdos de un profundo subconsciente.
Porque sin ti,
yo no soy persona.
Porque sin ti no necesito nada, 
porque todo aquello que necesito eres tú.


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