Susurro en el oído.

miércoles, 17 de julio de 2013

Vi en él más daños de los que jamás pensé que tuviera.

Paseábamos por una calle cualquiera y a una hora un tanto desorbitada, la verdad no lo recuerdo bien. Las copas demás en ese antro infernal, donde la música me desentonaba hacía que lo único que quería era poder acercarme a esa barra, guiñarle un ojo al camarero mientras le pedía una copa más sin ni siquiera  mencionar que es lo que quería, ya se lo sabía  ya que iba por la quinta. En cuanto se vaciaba un poco la barra, el camarero se acercaba a mí y se servía una copa para hacerme compañía pero yo sabía que no era ese tipo de compañía lo que quería. Necesitaba ir al baño, tantas copas demás están haciendo que mi vejiga necesitara vaciarse un poco. Cuando salí del servicio y estaba mirándome al espejo vi como tres chicas esperaban la cola para entrar al  baño y una de las caras de esas chicas me llamó la atención. No podía parar de mirarla. Sabía que la conocía, hasta que de repente al salir de baño en la puerta estaba un chico alto, moreno y con ojos verde. Mi querido ex novio. Ahora caía en la cuenta de que ella era la chica con la que me engañaba, la chica con la que quedaba y mientras a mí me ponía excusas. Se giró y me vio. Yo le obvié. Joder seguía igual de guapo que siempre, con esos ojos verdes que enamoran y yo aquí con cinco copas demás que jamás quitarían brillo a esos ojos que me decían te quiero y a la vez me mentían. Me abrí paso entre la gente hacia la barra para pedir otra copa más, la verdad es que me estaba dejando el sueldo en este maldito antro. Mientras llamaba al camarero, un chico se apoyaba en la barra, a mi lado y se me quedaba mirando. Yo me estaba dando cuenta de ello y cuando gire un poco la cabeza vi que era él. Él. Me estaba mirando con esa sonrisa profiden tan elegante como siempre, con esos pantalones ajustados y para mi sorpresa con la camisa azul celeste y el collar que yo le regalé. Me miraba con cautela y de repente me saluda. Me agarra de la cintura y me atrae hacia él dándome lentamente dos besos en la comisura de la mejilla que hacen que me ruborice. Yo, atónita, no contesto y él me sonríe mientras me dice que sigo siendo la misma despistada de siempre, que si no había cambiado. Bueno en algo sí, estaba más delgada. Agarró mi mano derecha y me hizo girar sobre mi propio eje y cuando volvía a estar mirándole a los ojos me dijo "sigues tan radiante como siempre." Para su sorpresa mi única reacción fue un: "he visto a Amaia en el baño, ¿qué tal estáis? " Sus ojos brillaban consternados, anonadados. Agachó la cabeza y me dijo: "no estamos juntos, no me hace sentir bien, esto va fatal y cada día peor. No encuentro a nadie que me haga sentir como tú."
Mis ojos se iluminaban. Mi mente no daba crédito a todo lo que estaba sucediendo en este momento. Yo no respondí, pero de repente encuentro una laguna en mi cabeza y no recuerdo nada más. Solo me veo saliendo de la discoteca, si a eso se lo puede llamar así, y acompañada por él. Al girarme a mirar el otro lado de la cama para ver que todo eso era un maldito sueño, me topo con la realidad y veo que él está al otro lado de la cama, durmiendo tranquilamente. Me levanto de la cama, necesito ir al baño, darme una ducha, despejarme. Yo solo necesito saber que no lo hemos hecho pero su aspecto desnudo me dice lo contrario. Al salir de la ducha me dirijo al salón y me encuentro con él. Me sonríe y me dedica un "buenos días pequeña" que yo ni siquiera quiero escuchar, sigo teniendo malos despertares, parece que todavía no le ha quedado claro. La voz de mi cabeza lo único que me decía ,mientras me chillaba, era "¡PERO QUE ESTÁS HACIENDO! ERES TONTA, TONTA, TONTA.
Él estaba hablándome y la verdad yo no le escuchaba hasta que oí un "quiero intentarlo de nuevo" Me giré, le miré con unos ojos fríos y amargos que él se paralizo.Me acerqué para sentarme junto a él en el sofá donde se hallaba y comencé a decirle:
"Hoy me siento como una más, nada ha cambiado. ¿Quieres intentarlo? Yo no. Yo no quiero nada contigo. No sé lo que ha pasado esta noche, no lo recuerdo y tampoco me interesa pero si lo hemos hecho, que ojalá que no, esto no ha significado nada. Ha sido un desliz y punto. Sigue con Amaia, ¿qué pasa? ¿que ahora no te llena pero cuando estabas conmigo sí? Sé que estarás deseando que te llame cabrón y que me ponga como una histérica a gritarte y a insultarte, pero no, no me apetece, no me va a hacer sentirme mejor, no voy a dejar de sentirme utilizaba por eso. Por que es lo que has hecho, utilizarme. -él intentó hablar pero yo proseguí- Cállate y escucha que por una vez en la vida te hace falta y aunque no lo creas te vendrá bien. Eres un miserable. En la vida has querido a nadie y parece que se te va la vida en ello cuando no es así. Te odio de verdad. La línea que separa el amor y el odio es tan sumamente fina entre nosotros que ni siquiera la hemos rozado, nos la hemos saltado de golpe. No quiero saber nada de ti. Nunca más. No sé si decirte lo siento o aplaudirte porque ya no sé ni que es lo que quieres. Ahora coge tus cosas y márchate de esta casa. Aquí ya no queda sitio para ti.
Él fue a la habitación recogió sus cosas y salió de casa. Yo le esperaba con la puerta abierta. Cuando salió no dejé que pronunciara palabra, le cerré la puerta de golpe y le di en los morros. Él quedó suspendido en la puerta, apoyado mientras se deslizaba por ella,al igual que las lágrimas caían por sus mejillas. Yo lo vi a través de la mirilla, vi como por una vez había hecho daño al amor de mi vida al que yo decía adiós.



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