Susurro en el oído.

miércoles, 17 de julio de 2013

Ven que quiero acostarme en tu espalda.

Que soy un forastero que nunca encuentra su sitio, 
siempre de arriba a abajo sin someter el corazón a juicio.
Y es por eso que camino sin rumbo y muy perdido,
pero como a toda noche oscura la llega la muerte 
en el mismo instante en que un rayo de luz en ella se aventura.
Y para mí  eso eres tú, 
mi pequeño gran rayo de luz y de esperanza, 
aquel que con su simple acto de presencia me cautiva,  
aquel por el que cada centímetro de mi piel vuelve a sentirse viva, 
aquel con el que sueño aún estando despierto y vive en mis sentidos.
Eres ese rayo de luz que deseo ver cada mañana, cada tarde y cada noche,
eres el dulce motivo de mis sinceras sonrisas,
eres la cálida sensación que siento al escribir estos pequeños versos,
eres la luz en este oscuro camino.
Que tú mejor que nadie lo sabes,
estamos despidiéndonos y en el momento en el que nuestros labios se separan 
ya te estoy echando de menos.
Puedo no creer en todo esto,
ese rollo del amor y eso;
pero es que esto parece un sueño.
Me llenas de alegría nada más verte,
me derrito si me sonríes
y si me miras con esos ojos tiernos de niño,
ojos que cautivan, que están llenos de ilusión 
y hacen que arda en mí un deseo inmenso de ti.
En boca de muchas otras has estado,
para que engañarnos,
pero yo te conozco como nadie.
Conozco tu manía de llegar siempre tarde,
tu dilema entre hacerme cosquillas o besarme la tripa,
tu deseo al ver mi piel de gallina,
tus ganas de cogerme en brazos cuando en medio del camino quiero pararme.
Conozco tus sollozos cuando te muerdo el labio,
y las ganas que me tienes cuando tú te lo muerdes a ti mismo.
Conozco tus abrazos
y tú conoces de mí que ni siquiera puedo separarme cuando me agarro a ti fuerte.
Conozco tus lunares 
y lo mejor es no hablar de ellos  
o puede que pierda la cabeza en esto.


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