Susurro en el oído.

sábado, 31 de agosto de 2013

Quiso tocar la mejor melodía en el piano de tus costillas pero nunca estaban afinadas en la escala que ella quería.

Vive en un constante invierno, en un querido martes trece que parece ser que es el único día que tiene suerte. Su interior pide a gritos que la chimenea se encienda de una vez, es así como decir que el corazón vuelva a latir por alguien y no solo por sobrevivir o supervivencia. 
Quiere que el invierno traiga la calma, que suelte todo el aire por la calle sin que tenga que ser el maldito humo de tabaco que tanto atrofia sus pulmones. Se ha dado cuenta de que el mundo está jodidamente destrozado cuando tiene que emborracharse para poner tu cara a cualquier tío de la noche y la llene un poco para que a la mañana siguiente cuando se levante no te vea en su cama y vuelva a arroparse con ochenta mil mantas del frío que siente, del vacío que la dejas cuando no estás ahí.
Sueña con la Gran Vía llena de nieve, de copos que bañan la cara de la gente, que cubren de blanco los gorros y los abrigos de la gente porque esta destrozada de no sentir por dentro el calor que hace fuera.
Se ha visto reflejada en miles de espejos por la calle porque todos los de su casa les ha roto para no ver lo mucho que ha cambiado su cuerpo en tan poco tiempo. Ese poco tiempo desde que te fuiste que para ella es una querida eternidad que jamás olvida. Que ella no quiere un maldito espejo que la refleje, en el que ve ochenta mil defectos, ella quiere verse con los ojos con los que él la miraba para no poder conocer el complejo.

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