Loca de amor entre estas sábanas que solo tapaban nuestras pequeñas marcas. Una habitación con un aire despeinado pero que guarda noches enteras haciendo el amor. Ya no necesitaba impresionarte con mi vestido negro y esos zapatos rojos cada vez que venías a verme, que más da, ya me habías visto de todas las maneras posibles. Y yo había descubierto tu alma, con la que me fundía cada noche, que tanto escondes bajo una de tus malditas fachadas. Recuerdo ese olor dulce de nuestros cigarros, que ahora su olor es amargo, después de hacer el amor, que se fundían en nuestras noches cálidas. Inviernos sin calefacción pero veranos con ese aire acondicionado que mentía a la piel. Yo, no necesitaba otro mundo más allá del que tus lugares eran capaces de crear. Pero una noche ante un desliz de bastantes copas de anís una sombra agarro tu pelo y te condujo de nuevo a tu vida desdeñada, con ese desdén que antes tanto te gustaba, que yo supe arreglar y que tú volverías a cogerlo por costumbre. El decirte adiós, dolió. Ya no recuerdo a quién. Solo recuerdo esas noches en vela y esas noches en discotecas conductoras a pequeñas dosis de pasión, y nunca de amor, que a la mañana siguiente desaparecerían. Y tú, escribes para mí, tú que en la vida te ha dolido nada y ahora parece que se te va la vida en ello.

Pueden existir miles de oportunidades para conocernos pero
si alguna tiene que salir bien será la primera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario