Susurro en el oído.

lunes, 7 de enero de 2013

Canciones que se repiten. Un dj que no deja de poner esos temas que tanto se escuchan, la música a todo volumen y un camarero detrás de la barra la mar de bueno. Nadie dijo que una borrachera se cogiera con un buen par de copas del mejor whisky de la ciudad. Unos besos esparcidos por media pista con unos cuantos chicos y la puerta de la discoteca repleta de colillas de cigarrillos y yo como de costumbre fumándome el último de mi cajetilla.
Irremediable pero considerado, una buena voz y tos al compás de unos tacones sumergidos en un poco de alcohol. Un vestido negro acompañado de sus zapatos rojos pasión, la más deslumbrante de la discoteca, para que mentir. Una confusión entre que elegir, que es lo mejor. Pero no nos guiamos por lo que nos debería convenir, sino por lo que verdaderamente sentimos. Uno siempre apoyado en una pared, amigos de barrio, todo de calle, infancia destruida y un chulo con chupa negra. Moto con un motor que siempre funciona a doscientos.
Mientras, el otro, con su corona en la cabeza, un bmw que circula sobre las leyes de tráfico, que me regala los oídos y cualquier cosa que se me antoje. Yo como una tonta, elijo una felicidad efímera que conlleva dolor, sufrimiento, rencor, resentimiento; nada que tenga que ver con la felicidad.




Porque mi príncipe no lleva corona,
lleva chupa negra y un cigarrillo entre los labios.

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